CRISTO DE LA BUENA MUERTE

Obra de Jacinto Higueras Fuentes de 1927, realizado en madera de Aliso y crucificado sobre cruz, de sección plana, en madera de caoba. En 2009 fue restaurado por el Instituto Andaluz de Patrimonio Artístico.

Iconográficamente la imagen del Cristo de la Buena Muerte es la representación de un Crucificado muerto, como lo evidencia la herida de la lanzada en su costado derecho y se fija a una cruz plana por medio de tres clavos con superposición del pie derecho sobre el izquierdo. Presenta corona de espinas tallada en la misma cabeza.

Muestra una composición frontal, sin torsión del tronco y con un tratamiento de la anatomía detallado. Presenta además un cierto desplome corpóreo con inclinación de la cabeza sobre el pecho y hacia la derecha y un pronunciado arqueamiento de los brazos con respecto a la cruz. El sudario, anudado en el lado izquierdo, está realizado siguiendo una horizontalidad en los pliegues, de cierta rigidez.

El rostro refleja los rasgos faciales del momento posterior a la muerte, aunque no son excesivamente dramáticos. Tiene los ojos cerrados y rehundidos, los pómulos levemente marcados y la nariz recta. El cabello se dispone con la raya en el centro y poco relieve en la zona más cercana al cráneo, con escasa incisión de la gubia al igual que el bigote, mientras que en el mechón que cae por el lado derecho y la barba adquiere mayor profundidad y más dinamismo.

Muestra el torso con las costillas marcadas y el vientre rehundido. Los brazos tienen los músculos en tensión al igual que las piernas, y las manos adquieren una posición crispada. Todos estos son rasgos propios de la defunción provocada por la Crucifixión. También quedan reflejadas en la espalda las marcas de la flagelación a través de la policromía mediante diversas heridas.

En la ejecución de esta imagen se emplean una serie de recursos expresivos naturalistas, algo alejados de la tradición impuesta por el Barroco en la imaginería andaluza, pero con un claro dominio en la anatomía y el empleo de los recursos justos para obtener un lenguaje expresivo particular, heredero en parte de la obra religiosa de Mariano Benlliure, maestro de Jacinto Higueras.

Con respecto a la autoría no hay dudas posibles pues la obra se encuentra firmada y existe contrato de su ejecución.